«Hay que ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos.»
Nicolás Maquiavelo
Cuando los individuos están subyugados por el ego viven engañadas, creen que están por encima de los demás y no desarrollan la capacidad de ver la realidad. Dentro de su error de pensamiento que intentan hacer una presentación de cómo les gustaría ser a cambio de como son en verdad. El ego es su careta social y siempre juegan un papel que los aleja cada vez más de lo que somos o de lo que deberíamos ser realmente.
Por otra parte, por estos días se habla de que la inteligencia no es una sola en cada persona, según Gardner, sino que cada uno tenemos la posibilidad o el objetivo de conquistar 8 clases que son: inteligencia lógico-matemática, inteligencia lingüística, inteligencia espacial, inteligencia musical, inteligencia kinestésico-corporal, inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal e inteligencia naturalista. Así las cosas, los que hayan desarrollado las intrapersonal e interpersonal habrán conquistado la inteligencia emocional y en consecuencia están en el camino correcto del dominio de su ego.
Se acercan unas elecciones regionales, estamos en una época interesante de transiciones gubernamentales y frente a una crisis mundial que está a punto de llevarnos a la tercera y devastadora guerra mundial. Dentro de este contexto es muy importante que todos nuestros líderes, sobre todo los políticos, hagan un examen de conciencia y sostengan un diálogo consigo mismos para determinar el grado de inteligencia emocional que han desarrollado. Sería bastante desolador que repitiéramos la historia del proceso de paz, en la que 2 ex presidentes no quisieron compartir la gloria de un país sólo por el hecho de que a ninguno de ellos le fue entregado el premio nobel de paz, cuando precisamente entre esos se encontraba quien impulsó y trabajó por la elección del que fue merecedor de dicha distinción ¿No soportó que alguien de quien él fuera su líder en el pasado lo superara en el presente? Es una pregunta que desde nuestras almohadas de reflexión intentáramos responder para no caer en trampas electorales.
A mí me llaman muchísimo la atención los profesores, por algo les dicen maestros, porque no he visto el primero que se sienta opacado por los logros de sus estudiantes, al contrario los logros de sus prohijados los hacen sentir muy orgullosos, lo cual logra el efecto lógico cual es el cariño y gratitud de los otrora estudiantes. Esta debería ser la dinámica del quehacer político, la admiración mutua y respeto mutuos de formadores y formados tiene que ser un llamado a liderazgos compartidos, a proyectos de sociedad que apunten al bien común y no al alimento del ego de unos y otros. Sin embargo en ese escenario hay ciertos personajes que se encargan de alimentar las vanidades de estos abanderados de la política, son expertos en inflar candidaturas, encuestas, susceptibilidades y presunciones para sacar adelante a sus verdaderos jerarcas, lejos de aquellos a quienes manipulan para hacerles creer una lealtad que no es sincera.
Estos solapados se acercan cada 2 o 4 años para hacer la misma tarea y aprovecharse de equipos de trabajo que tienen la buena voluntad de presentar propuestas serias para la ciudadanía. Lo increíble es que aún haya personas sobresalientes y con posibilidades de liderazgo que les sigan creyendo, que no hayan adivinado sus verdaderas intenciones y a sus verdaderos jefes. Lo anterior podría explicarse en este panorama planteado aquí sencillamente porque esas personas, bien intencionadas, caen en las garras de estos parásitos de lo público puesto que se dejan traicionar de su propio ego y alternativamente de sus supuestos aliados.
La manipulación se vale de los medios de comunicación, de los miedos infundados, del adoctrinamiento, del dogmatismo, del machismo y el feminismo, de la segregación y otros instrumentos culturales que han hecho carrera a través de la historia. Sin embargo nunca nos hemos detenido a analizar de manera juiciosa esta combinación de ego y lobo manipulador, siendo más común de lo que creemos. Más allá de ser capaces de calcular e invertir finanzas públicas a través de la inteligencia lógico-matemática, pronunciar discursos geniales gracias a la inteligencia lingüística, calcular puentes y avenidas cuando se domina la inteligencia espacial, bailar y cantar en reuniones haciendo gala de la inteligencia musical, dominar el cuerpo de manera rítmica y segura haciendo gala de la inteligencia kinestésico-corporal, planear y cuidar el medio ambiente cuando cultivamos la inteligencia naturalista, es muy pero muy necesario empezar a encargarnos de las inteligencias intrapersonal e interpersonal, de manera que consigamos que ni el ego ni los lobos nos jueguen otra vez una mala pasada.
Fabián Pinzón Beltrán
Comunicador Social – Periodista
Abogado